miércoles, 23 de octubre de 2013

En busca de la verdadera FELICIDAD.

Érase una vez un hombre muy astuto. Puesto que todo lo que se proponía lo conseguía. Sin embargo, un día notó que algo le faltaba por encontrar: la verdadera FELICIDAD.

Y es así como ese astuto hombre, que no había conocido fracaso alguno en conseguir lo que quería, decidió intentar atrapar la FELICIDAD, experimentar lo que era ser verdaderamente feliz.

De esa manera, aquél hombre comenzó a analizar e intentar comprender qué, aparentemente, hacía feliz a sus conciudadanos.
El hombre notó rápidamente que la mayoría (no todos) vivía básicamente en busca de fama, poder y dinero. De esa forma, el hombre concluyó, de acuerdo con el pensar y accionar presente en su sociedad, que <vivir luchando> por obtener fama, poder y dinero finalmente otorgaría lo que la gran mayoría anhela: FELICIDAD.

Después de aquella reflexión, ese hombre, que no conocía límites para alcanzar todo lo que se planteaba, decidió invertir mucho tiempo para ser famoso. Esto no le fue fácil, pero tampoco muy difícil, ya que él era verdaderamente ágil en muchas cosas.
Una vez impregnado de fama, experimentar ser reconocido y alabado por muchos, comenzó a notar que tal situación no lo hacía verdaderamente feliz. Porque se veía frecuentemente sometido a vivir con una máscara social, a <fingir ser lo que él no es>. Ya que constantemente sus fans le exigían, cada vez más, un definido modelo a seguir; de lo contrario, las críticas y descenso de fama recaerían en él. En consecuencia, este hombre, dependiente del <qué dirán los demás>, dejó de a un lado muchos hábitos de su vida que lo satisfacían enormemente a cambio de vivir esclavo a un modelo que <representaba más a los demás que a su verdadera esencia>; en efecto, el hombre no demoró en sentirse nuevamente <infeliz>

Aquél hábil hombre, a pesar de experimentar una enorme frustración por <haber invertido tanto tiempo en vano>, no se dio por vencido en la búsqueda de la verdadera felicidad. Recordemos que su consistencia y previos triunfos no le permitían desistir.

Después de entender que en la fama no reside la verdadera felicidad, decidió <usar sus días> en la concentración de poder. Una vez más este hombre lo logró, se convirtió en un hombre muy poderoso. Sin embargo, él no era el único sediento de poder. Es por ello que día a día debía enfrentar a quienes pretendían disminuir su dominio.

El poder demanda extremo cuidado, puesto que son muchos los lobos que codician tal condición. Los días pasaban, el hombre avanzaba en edad. Él no estaba dispuesto a vivir en la lucha constante, porque ésta no le proporcionaba lo que él quería: FELICIDAD. Sino que le otorgaba, cada vez más, enemigos.
La <constante lucha> y el estrés continuo no tardaron en surtir efecto. Nuevamente este hombre era <infeliz>.

Este hombre se negaba a morir sin ser <verdaderamente feliz>, no aceptaba la derrota en su insaciable búsqueda. Es por ello que decidió, nuevamente, hacer <uso de sus días> para cumular mucho dinero y así tener <todo lo que el mundo ofrece>. Él estaba seguro que dentro de ese todo ofertado por el mundo, encontraría finalmente la felicidad.
¡Nuevamente este hombre lo hizo! Logró acumular gran parte de las riquezas del mundo. No obstante, tal hazaña tuvo otro íntimo precio: años de su vida.
Aquél hombre estaba ansioso por ser feliz. Por eso comenzó a comprar todo, absolutamente todo; con la esperanza de que algo lo hiciera verdaderamente feliz. Indudablemente este hombre se sintió en algún momento feliz, pero dicha felicidad acabó. Porque no se trataba de la <verdadera felicidad>, sino de un falso <estado> momentáneo de satisfacción creado por las <invenciones humanas>.
<Mientras más tenía, más era por interés que otras personas le seguían>, más falsedad e hipocresía rodeaba su vida. La mayoría de su círculo de supuestos amigos no hacía más que disfrutar de sus comodidades y, cada vez que podían, le traicionaban a cambio de una cuota apetitiva de su riqueza. Es así, como en ésta oportunidad el <interés, la hipocresía y la traición> que generó el comprarlo todo mató su <estado de satisfacción>

Aquél hombre, profundamente deprimido, decidió consultar los mejores sabios del siglo XXI. Éstos, básicamente, le dieron la siguiente recomendación: ¿quieres ser feliz? ¡Sé tú! Siendo tú encontrarás la felicidad en cada cosa que hagas. Por un momento el hombre lo aceptó, ¡fue él! Dedicó, nuevamente, días a hacer simplemente lo que a él le apasionaba. Esta situación le llenó, porque le recordó sus días de juventud, donde la idea clara de buscar la felicidad aún no había nacido en su ser. Así es que, repentinamente, este hombre se encontraba exactamente igual que en el inicio de esta historia.

Éste hombre vio que nuevamente hacía todo a su antojo y sin límites, pero seguía siendo INFELIZ. El simple hecho de vivir en estados <momentáneos> de felicidad no le llenaban completamente. Es por ello que concluyó que la falsa idea actual, de vivir tal y como te apetece y en congruencia con un extremo relativismo social, haciendo lo que él quería cada día, no era realmente el camino a la felicidad. Notó que muchos actuaban así pero no eran verdaderamente felices.
Fue así como un día decidió alejarse de todo, sumergirse en la soledad y el cobijo del silencio. Él estaba muy frustrado, se negaba a morir así.
En aquellos días de silencio y soledad su mente y sentidos estuvieron más sensibles que nunca. Entonces comenzó a preguntarse: ¿por qué no he sido realmente feliz? Si he sido quien he querido ser, he tenido mucha fama, dinero y poder, ¿Qué me falta?
De repente sintió que, entre tanto silencio, soledad y armonía entre sus sentidos y la naturaleza, sus pensamientos se ordenaban e iluminaban. Esto le permitía entender el más allá de las cosas, el porqué de su infelicidad continua y supuesta felicidad tan momentánea.

De esa manera, comenzó a detallar cada una de las etapas de su vida, para comprender qué faltaba y qué había pasado

• Cuando era realmente yo, que no me limitaba en nada, y que simplemente hacía lo que me provocaba, ¿Por qué mis estados de felicidad eran tan cortos? Porque en ese “yo” en individualismo, y la poca conexión con el resto, con la naturaleza en general, machacaban la momentánea felicidad. Por lo tanto, de nada sirve adoptar en individualismo actual que promueve la sociedad. Porque <vivir para uno mismo no conecta con el todo, no llena>.

• Cuando era famoso todos me conocían, ¿qué pasó? Sencillo: “el qué dirán” me separó radicalmente de mí mismo, <ya no vivía para mí pero vivía para otros>. ¿qué sentido tiene volar de un extremo a otro? Ninguno. He ahí por qué continúe hundido en la infelicidad.

• ¡El poder lo tuve! Se supone que <con poder todo se puede>, así me lo han hecho creer, pero no es así. Temprano comprendí que la concentración de poder destruye mucho, sobre todo a uno mismo. Esto me sacó aún más, del posible equilibrio que podría llevarme a la felicidad.

• ¡Dinero! Acumulé hasta más no poder. Pensé que con él no hay límites, porque supuestamente el mundo parece estar a tus pies. Pero no es así. El dinero no hace más que crear un mundo artificial que jamás logra sustituir a la verdadera felicidad. Nunca me otorgó verdaderos amigos, puesto que éstos estaban <atiborrados de forma y escaso contenido>.

Con esto he comprendido por qué dicen que la “felicidad” no es más que un “estado”. Si, a lo largo del tiempo, no hemos hecho más que perseguir cosas que, sin duda alguna, satisfacen una gran parte nuestra vida, pero, de igual forma, abandona otra gran parte de nosotros mismos y la conexión con el todo. Sin tal conexión, donde somos realmente nosotros sin olvidar al otro, evidentemente lo que llaman <felicidad> siempre momentáneo.

Tal conclusiones le hicieron ver, a aquél hombre, que sólo hay un camino a la <verdadera felicidad>: el AMOR. Porque con amor no genera individualismo, hipocresía, intereses materiales, lucha, entre otros. Al contrario, con amor consiguió, al final de sus días, ser realmente libre, vivir sin máscaras sociales, cosechar sinceridad, respeto, sentir y comprender la existencia del otro y de la naturaleza.

De esa manera, poco antes de morir, ese hombre concluyó lo siguiente: “Para ser verdaderamente FELIZ es necesario ser libre, vivir en verdad, honestidad, fidelidad, comunidad, entre otros. Todos los elementos antes mencionado sólo nacen y coincide simultáneamente en una única fuente: el AMOR”.

Vivir sin amor jamás concederá verdadera felicidad.


Alex Martínez

mart1nez@hotmail.com